Lágrimas
en sal ahogadas
agrietan más
si cabe
su rostro ceniciento.
Estranguladas arrugas
...
Experiencias bendecidas
en un larguísimo tiempo.
Pero su mirada
- ¡Dios, qué mirada!-
me rasga por dentro.
No pierde su brillo
¡lleva un mundo adentro!
Un dolor que hiere.
Súplica.
Tormento.
Con sabiduría.
Hartazgo
resignado
al cielo.
Vivió, vive y vivirá.
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Nieves Merino Guerra
Gran Canaria - España
08-10-2013
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Comentários
Obrigada, doce anjo.
Beijos
Lembro deste teu poema, justamente pela imagem, que era a imagem de uma senhora cheia de rugas como esta. Parabéns, Nieves querida, pela interpretação da imagem. Ficou belo.
É outro similar, meiga.
Mas muito obrigada.
TAD
Beijos
Obrigada, Mar.
Beijos